domingo, 4 de enero de 2009

Un equipo de los sueños


Un equipo que seguramente será recordado por los siglos de los siglos por los sanlorencistas será el de 1946, y aunque ya no muchos puedan dar testimonio directo de sus hazañas, no existe cuervo en el mundo que no sepa las glorias de Farro, Pontoni, Martino y cía. Aunque lamentablemente el periodismo moderno parece haber perdido la noción de lo que realmente provocaron estos fenómenos en el deporte más lindo del mundo.
En estos días se cumplen 62 años de la gira de aquel virtuoso campeón azulgrana por tierras europeas, un viaje que quedó en la memoria del público del viejo continente, donde San Lorenzo fue embajador nacional y provocó una verdadera revolución futbolera. Claro, este parece un relato subjetivo, hecho desde un medio dedicado a la cobertura de San Lorenzo. Pero para avalar esta historia pocas veces difundida, es loable repasar algunos artículos publicados hace algo más de una década en medios españoles, en conmemoración del 50º aniversario de tamaño acontecimiento, que sin dudas marcó un antes y un después en el fútbol español.

Publicado en España el 26 de enero de 1997 por Juan Antonio Durán.

“…Y fue entonces cuando nos llegó de Argentina el otro pan de comer: su fútbol… cuando la revista Meta -portavoz del nuevo equipo de federativos españoles- anunciaba la visita a España -tras diez años de ausencia de equipos extranjeros- del San Lorenzo de Almagro, flamante campeón de la Argentina. Lo que sucedió a partir del 21 de diciembre hasta finales de enero parece irreal, a fuer de inenarrable. La prensa diaria y la revistería semanal ampliaron los espacios destinados al fútbol, multiplicándolos por varios enteros. Los tratamientos sensacionalistas salían a primera y última plana por primera vez. El San Lorenzo de Almagro, pese a jugar contra el frío, la nieve y las intensas lluvias de aquel invierno, causó sensación. Sólo perdió un partido -contra el Madrid- en campo nevado. Puso en evidencia, sobre todo, a las dos formaciones nacionales ibéricas: 13 goles a 5 contra España, en dos partidos; 10-4 con Portugal ante 75.000 espectadores, cuando iniciaba su regreso. En La Coruña las entradas se vendieron «como si fueran cuartos kilos de aceite a precio de tasa». Los Cantones lucían animación incomparable a cualquier otro domingo futbolístico de la historia, y en el flamante estadio de Riazor (guiado desde el banquillo por Zamora) se consagró otro portero legendario. Acuña fue el único capaz de mantener inmaculada su portería, a pesar del intenso bombardeo.... En el Metropolitano jugó el San Lorenzo cuatro partidos, todos memorables. Con llenos cada vez más espectaculares. Al último asistió Franco y el embajador Radío, recién llegado de Argentina, sin tiempo de presentar credenciales... El saludo fascista de los brazos en alto se demostraba innecesario en aquella enfervorizada sociedad de espectadores, cogida por la emoción del juego y el rito iniciático de las dos banderas de España y Argentina entrecruzadas entre ambas formaciones. Un tal Reader -árbitro e inglés- reconocía no haber vivido en muchos años nada comparable. Y fue así como se pasó, de pronto, de la claustrofobia a la apertura de fronteras futbolísticas, a contrapelo de la opinión pública internacional…”

Publicado en España el 26 de enero de 1997 por Jaime Olivé.

“…Y en eso llegó el San Lorenzo de Almagro. Eran los meses de diciembre de 1946 y enero de 1947, es decir, que se cumplen justamente cincuenta años, de una visita que, pese al carácter amistoso, conmocionó el fútbol español. Nadie había visto jugar nunca a un equipo de la manera que lo hacia el campeón argentino. Incluso sus futbolistas calzaban distinto a los españoles. Los jugadores del San Lorenzo exhibían botines livianos, flexibles, de taco y caña corta, que permitían una flexibilidad articular desconocida. El tobillo daba juego y golpeaban fuerte y bien con el empeine. Los españoles, acostumbrados a la bota dura y rígida y a los fuertes vendajes, quedaron prendados de la sensibilidad que mostraban los argentinos al conectar el pie con el balón. Jugaban de otra manera. Desde su debut, el 22 de diciembre de 1946, cuando ganaron al Atlético Aviación por 4-1, hasta su despedida, en enero del 1947, tras empatar a cinco con el Sevilla, alimentaron un debate periodístico de tintes parecidos al de hoy: el San Lorenzo proponía un juego de pase corto, elaborado, de triangulación, frente al fútbol más directo y profundo de una España en que hablar de táctica sonaba a algo herético. Los argentinos proponían la dinamización con balón y la estrategia, frente a valores como la furia, el genio y la improvisación. El San Lorenzo había adaptado a sus características y particular idiosincrasia el sistema de la WM, importada desde Italia por su jugador Óscar Tarrio, utlizada por Victorio Pozzo en los mundiales de 1934 y 1938 y originaria de Herbert Chapman, entrenador del Arsenal, que consistía en retrasar el medio centro para formar una línea de tres defensas y retrasar los dos interiores hacia el centro del campo para dejar en la vanguardia al delantero centro y los dos extremos. Los argentinos le dieron un cambio en el juego de ataque, con la reubicación del ariete, que pasó a retrasarse y permutarse con uno de los interiores. El San Lorenzo disponía siempre de un defensor más cuando no tenía el cuero mientras que cuando atacaba lo hacía con siete futbolistas: los cinco delanteros escalonados, apoyados por los dos medios volantes. La excelente técnica individual de todos los jugadores y su facilidad para desmarcarse le dieron contenido a una disposición novedosa, y ofrecieron partidos memorables en su gira por España. El fútbol del San Lorenzo, presidido por los goles en ambas porterías, fue tan brillante como eficaz: ganaron cinco partidos, empataron cuatro y sólo perdieron uno -4-1 contra el Madrid-, y marcaron 46 goles mientras que encajaron 28. Hubo un antes y después de la visita del San Lorenzo en el fútbol español. El campeón argentino dejó tanta huella que los jugadores más cuestionados pasaron a ser los privilegiados. Hay una historia que dice que en La Catedral aquellos que criticaban a Panizo acabaron por decir: «El San Lorenzo juegan como Panizo”.

Luego de leer estas maravillosas líneas, en la que dos periodistas que ni siquiera deben conocer profundamente la rica historia de San Lorenzo, que seguramente tampoco fueron contemporáneos con los acontecimientos, pudieron plasmar mediante la investigación el fenómeno “San Lorenzo” dentro de la historia política y deportiva española. Seria bueno llamarse a la reflexión y pensar ¿por qué en Argentina no hay ninguna publicación que diera cuenta de semejante hito futbolero? Es contradictorio, acá miramos embobados las ligas europeas y vemos a los jugadores que participan en ellas como verdaderas estrellas, mientras ellos (los europeos) se toman el trabajo de investigar y homenajear a un viejo equipo argentino que cambió la historia del fútbol español.

San Lorenzo fue profeta en tierras ajenas, acorde a su historia, y es un orgullo para el pueblo sanlorencista que al menos se lo recuerde y se le rinda un homenaje, aunque más no sea, lejos de los límites de la frontera argentina.
Mariana Gentile

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