Todo clásico tiene su condimento. Y este entre San Lorenzo y River en el "Mudomental" valla si lo tenía.El promedio del descenso acecha al otrora conjunto "millonario" y cada punto vale oro. Esto, sumado a la semana que ha vivido el mundo riverplatense después de la super derrota frente a nuestro hijo Juniors, acusando a la AFA de perjudicarlos (justo River habla de los árbitros !!!).
El árbitro designado era Lunati y eso también abría un interrogante.
A todo esto, el conjunto "azulgrana" visitaba Nuñez o Belgrano ? (ya que nacistes en La Boca y vivistes en Recoleta, de que barrio sos River ?), con la idea de recuperarse después de la derrota del último fin de semana.
El planteo de Tojo fue claro, tener el balón, hacer circular la pelota y que la presión la sufra el local por todo los antes expuesto.
Y San Lorenzo manejó el balón, pero sin llegar al arco de Carrizo. Fue el dueño del trámite hasta tres cuarto de cancha, y a partir de ahí se le nublaba la vista y no concretaba lo que insinuaba.
Pero a los 28, llegó el injusto gol de River. Pavone le ganó a Tula por potencia y la puso adentro para la llegada de Leandro Caruso, quien definió de taco.
Después del gol, River le entregó todo el campo a su rival y apostó a la contra, San Lorenzo quedó mas expuesto pero no paso sobresaltos.
El comienzo del segundo tiempo fue similar al primero, San Lorenzo tenía otra vez la pelota y llegaba con comodidad hasta el borde del área por los inconvenientes en la marca que mostraba el equipo de JJ López, pero carecía de punch para poner esa bola decisiva y enfrentar a Carrizo.
Sin embargo, a los 28 sucedió lo inexplicable: Jonathan Ferrari, en su primera intervención, disparó desde casi 40 metros al medio del arco y el arquero de River (esperemos que no sea el de la selección, en la Copa América) primero la atrapó y luego la soltó insólitamente para que esta ingresara mansamente al arco del Río.
El empate en uno, desató la locura de los 8.000 "cuervos" que colmaron la popular visitante.
Y los cantos alusivos al "silencio atroz", se volvieron a hacer realidad. Era lógico, del otro lado dejaron de cantar para agarrar la calculadora.
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