lunes, 26 de noviembre de 2012
CARTA PARA PAPÁ
Mirá Papá, no te asustes, no pasa nada grave. Es decir, pasa, pero es algo que tengo que decirte. Preparate pues muy pronto vas a tener que venir. Tenés que ayudarme, yo sólo no sé si podré hacerlo, pero tomándome de tu mano me sentiré más seguro. Vos dirás: ¿En qué cosa está metido mi hijo? Estate tranquilo, me enseñaste a ser un hombre de bien y estoy convencido de que lo lograste.
Seguro es algo que no podrías imaginarte porque hasta hace poco parecía imposible. Bueno, no te quiero meter en ningún lio. Es algo tan grande!! Se trata de la semilla que sembraron todos ustedes, con el sólo hecho de decirnos vamos, tomarnos de la mano y llevarnos a la cancha el día domingo a ver un partido de fútbol. ¿Y a qué cancha fuimos? Yo me acuerdo, abrí los ojos grandes, quería estar seguro: era la cancha de San Lorenzo de Almagro. Aquella de la que siempre me hablabas, del Cura y de los chicos con los que vos también jugabas. Cuánto tiempo pasó y me sigo acordando de todo eso.
¿Sabés que pasa Papá? y no te engaño, vos te habías ido ya de este mundo y nos habían echado de Avenida La Plata, parece imposible pero fue así. No te quiero entretener más….Volvemos!!Sí, Volvemos!! ¿Me decís que no podés creerlo? Yo te digo que hasta nosotros que luchamos para lograrlo nos asombramos. Sí Papá, fueron los hinchas, todos de a poco haciendo lo que podíamos. Pero sobre todo un grupo; la Subcomisión del Hincha que luchó tanto hasta conseguirlo.
Volvemos a nuestra casa, así que preparate y además hacé correr la voz, allí donde los Cuervos que se fueron en los tiempos de los tiempos seguro tendrán su Peña y sufren y gozan con las peripecias del club.
Te aviso, preparate porque junto conmigo, vos y todos aquellos que nos inculcaron esta pasión, todos juntos entraremos por aquella inolvidable puerta del Gasómetro. Te doy tiempo, pero no mucho. Se viene pronto. Limpiate el rancho o el sombrero, no sé lo que te vas a poner. Yo prepararé mi pañuelo atando las cuatro puntas, como hacías vos para cuidarme la cabeza del sol cuando pasábamos toda la tarde en la tribuna viendo a la tercera, la reserva y la primera. Te cuento, hoy ya no es así, pero estoy seguro de que ese día la fiesta será larga.
Te quedaste mudo Papá, pero es todo verdad. Ese día vas a estar conmigo. Cuando vengas dale un beso a mamá y abrázala por mí.
A vos, un abrazo muy grande y el beso que nunca te dí. Por entonces los hombres no se besaban ni sabían llorar. Ahora somos unos flojos. Nos vieras en el Bidegain llorando como chicos. Además, ese día conocerás a tu bisnieta Florencia, nos salió más Cuerva que ninguno, la herencia está segura.
Aldo Nápole.
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