
La iniciativa, impecable. La organización, hasta que el número superó toda expectativa, también irreprochable.
A cada simpatizante de la fila se le entregaba una planilla para llenar con los datos personales.
De esa manera, el hincha se aseguraba que la foto que le tomaba el fotógrafo del club, le llegara a su mail.
Además, una pila de imágenes acompañaban a los jugadores en el stand, para que junto con su firma, se llevaran los visitantes.
El club imprimió 500. No aguantaron 45 minutos.
De paso, algunos empleados les preguntaban a los presentes si eran socios. Esto sirve también para acresentar la masa societaria.
Los campeones del 2001 (Clausura y Mercosur) y 2002 (Sudamericana) en el caso del Pipi, superaron todo lo imaginable.
El barrio de Boedo se volvió a convulsionar con la presencia de Romeo y Romagnoli, y está bueno que así sea.
Mas de 1.500 hinchas se quedaron con las ganas, pero lo mas importante de todo esto, es que 4.000 cuervos, demostraron una vez mas la pasión por los colores.
GUSTAVO BENNASAR
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